Presentar al Padre de los cielos toda la miseria humana, y no olvidarse de realizarlo a través de
Para confirmar esa maternidad de
«Nos atrevemos a decir que las primicias de las Escrituras son los Evangelios; las primicias de los Evangelios, el Evangelio de San Juan. Y nadie puede captar el sentido de este Evangelio si no ha recostado su cabeza sobre el pecho de Jesús o si no ha recibido de Jesús a María, para que sea su Madre.
«Es decir, es preciso que en todo seas tal que te trueques en otro Juan y que, como Juan, manifiestes tú también que Jesús vive en ti. Pues si es cierto y nadie puede discutirlo, que María no otro tuvo hijo que Jesús, al decirle Jesús a su Madre: "He ahí a tu hijo", y no: He ahí otro hijo; o mira éste también es hijo tuyo, es decirle claramente: "Mira este es Jesús, el hijo que engendraste"».
« En efecto, el perfecto cristiano ya no vive él, sino que vive en él Cristo. Y en razón de que vive en él Cristo, se dice de él a María: «He ahí a tu hijo, a tu Jesús»». (Orígenes, In Jn Praef. 6).
Querido lector, medita y contempla lo que acabas de leer. Jesús vive en ti. Eres otro Jesús para
Lope de Vega cantará poéticamente:
«Mujer, ahí tienes a tu Hijo.
Y a Juan: He ahí a tu Madre.
En Juan quedas Jesús Cristo.
¡Ay, Dios, qué favor tan grande!»
Sí, qué inmenso favor: vives en mí. Te has quedado en mí. Pero, qué gran responsabilidad, porque también te has quedado en el prójimo que tengo a mi lado.
Y con cuánta gente me cruzo en la calle, o convivo estrechamente, en la que Jesús clama como en
Reaccionemos y digamos a este Jesús crucificado:
«No te sientas solo y abandonado en nuestro corazón; toma toda mi miseria, lo único mío que te puedo ofrecer, y toma toda la miseria humana. Preséntala al Padre de las Misericordias y dile en mi nombre y en nombre de todo el género humano que nos perdone, porque no sabemos lo que hacemos. Y te lo pido refugiándome en los brazos de
Abelardo de Armas
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