Mayo, mes al que la piedad popular ha querido consagrar, de una manera especial, su devoción a
Pero la puerta hacia ese cenit primaveral ha quedado abierta desde el 25 de marzo, cuando
Entremos, pues, con confianza y vayamos nosotros hacia ese trono de la gracia. Y con el ángel digamos regocijados: ¡Ave María!¡Llena de gracia!
El texto original del griego emplea la palabra JAIRE, que significa: alégrate.
Sí, alégrate, María, porque en ti empieza la historia de la salvación. Has robado el corazón de Dios. Y ha puesto los ojos en ti el que es Todopoderoso, porque te has hecho pequeñita.
Dios no ha querido para Madre suya mujeres famosas. Sino a ti, humilde y pequeñita, que con amor sencillo, alegre, fiel, engendrarás al Verbo hecho hombre en tus entrañas virginales.
A partir de ahora todas las generaciones te llamarán bienaventurada, porque el Señor ha obrado en ti maravillas.
Madre de Dios y Madre nuestra, nos enseñarás el camino de la santidad. Serás modelo y figura de toda santificación. Camino para ir a Jesús y vía hacia el cielo. Tu serás para los hombres una irresistible llamada hacia el mundo de lo sobrenatural. Forjadora de santos, nos animas especialmente a los miserables y pequeños mediante la fidelidad en las cosas aparentemente insignificantes. Porque ser fiel en lo pequeño es cosa grande.
FIRME EN
SENCILLA EN
ARDIENTE EN
FUERTE Y CONSTANTE EN EL CUMPLIMIENTO DEL DEBER: Sabes ESTAR en pie junto a
No, no hay exageración posible en amarte hasta la locura.
Si alguno tiene miedo a que su amor por ti vaya a empañar en lo más mínimo el amor a Jesús, ha olvidado que las últimas palabras de Cristo en
Sí, Él se goza cuando sabemos apreciar y descubrir todo lo que en ti nos ha dado.
Creo que viene ahora muy bien la anécdota que el Cardenal Suenens, Primado de Bélgica, contó en el Congreso Internacional de Mariología, celebrado en Zagreb (Yugoslavia) en 1971.
Atravesando el Cardenal, con el Rey Balduino de Bélgica, por una de las ciudades, la multitud se agolpaba para ver al Rey. Y aclamaba con gritos ensordecedores a
* * *
ALÉGRATE, llena de gracia. Porque el Señor está contigo. Y alégranos poniendo a Jesús en el centro de nuestras vidas, mientras, mirándonos maternalmente a los ojos, nos dices: «El Señor está con vosotros».
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