martes, 7 de septiembre de 2021



"... Esto me recuerda la respuesta de aquel joven universitario paralítico, que se arrastraba con sus bastones, siempre sonriente. ¿Cómo tú, en ese estado, puedes estar siempre feliz? Nosotros te envidiamos, "Es que yO, -repuso-, tengo enfermas las piernas pero no el corazón".

Estimo que hay que meter profundo el amor y desterrar el egoísmo. Y esto sólo se puede lograr metiendo allí a Jesús, Labor que, poco a poco y maternalmente, va haciendo la Virgen, si le damos oportunidad. De Ella les hablo y observo que se animan sus miradas. "Cuando usted viene a clase y nos habla de la Virgen, nos sentimos mejores". Sí, la Virgen me lleva. Allí estoy cada semana desde hace catorce años. Cientos de muchachos me han visto pasar por sus aulas, Han escuchado la voz de María. Si yo me canso, -y muchas veces no tengo ningunas ganas de ir-, este débil "testigo viviente de lo eterno" no aparecerá más. De nuevo un mundo material se presentará a ellos, sin vestigios de vida eterna. Ya no tendrán siquiera la duda de si será cierto exista algo que pueda llenar su vacío interior. ..."

Estar, 1966


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